Qué comer y qué no en la dieta del chiringuito

SABE BIEN

ANGEL MANSO

En la recta final del verano aún estamos a tiempo a hacerlo bien sin abandonar la sombrilla de Camy ni la clara de limón. Solo se trata de, si vamos a comer en la playa con frecuencia, utilizar (aunque sea un poco) el sentido común

20 ago 2019 . Actualizado a las 10:08 h.

En verano mutamos. Y nuestra alimentación con nosotros. Lo que en invierno es un sacrilegio en la época estival se convierte algo plausible. Nadie se escandaliza ante la estampa de ver a familias enteras chorreando sudor, cantando entre bocados de paella y comiendo ataviados con gorras de Pegaso. Sin embargo, esto aplicado a noviembre o diciembre sería una falta de decoro total: ¿quién se sienta en un restaurante tras pegarse una carrera matutina sin pasar por la ducha? ¿y quién canturrearía alrededor de la mesa el último hit de Rosalía?. Cosas del verano. Y de los chiringuitos. Esos que invitan al disfrute y al salvajismo sin que nadie les ponga un pero; lo cual puede llevarnos a confusión en materia de alimentación. Tanto tiempo cuidando nuestra dieta para, de golpe y porrazo, dar al traste con los buenos hábitos día sí y día también entre las tentaciones propias de los restaurantes de playa. Para empezar porque en la mayoría de ocasiones no comemos de plato, sino de raciones, lo que nos hace acabar como Dinio por las noches con las cantidades: confundidos. Y para terminar, porque el relax y la jarana hacen que nos permitamos licencias que, de ser continuadas, pueden pasar factura. Así que vamos a intentar, de la mano de nuestra nutricionista Belén Suárez Catrain, separar el grano de la paja.

Como explica la experta, en la medida en la que el bolsillo nos lo permita, siempre es una buena opción tirar de pescado y moluscos. Las sardinas, tan habituales en las cartas de estos lugares de culto estival, pueden ser el rey del menú si lo que queremos es que el paladar y el estómago disfruten. De la familia del pescado azul, son ricas en ácidos omega-3, tan beneficiosos para el corazón en todas las edades porque poseen efectos antiinflamatorios y anticoagulantes. De hecho, una ración de sardinas, recuerda la Fundación Española de Nutrición (FEN), «casi cubre el 100% de los objetivos nutricionales recomendados para la ingesta diaria de la población». Además, las sardinas también son ricas en minerales como el fósforo, el yodo, el hierro o el magnesio. Acompañado de una ensalada mixta, que siempre tiene un sabor diferente en estos templos, es una combinación ideal.

Trío de ases

Navajas y mejillones completan, para Catrain, el trío de ases. Los mejillones son una gran fuente de proteínas y una manera asequible y fácil de comer marisco; son muy nutritivos pero no se puede abusar de ellos porque, recuerda Suárez, «aumentan el colesterol y el ácido úrico». En cuanto a las navajas, la FEN recuerda que se trata de unos moluscos fuente de proteínas (15 %) y con bajo contenido en grasas (1 %). Respecto a los minerales, es el fósforo el que presenta un contenido más alto. Una ración de este molusco cubre el 29 % de las ingestas diarias recomendadas al día para este nutriente, en hombres y mujeres de 20 a 39 años que realizan actividad física de intensidad moderada. De las vitaminas, vuelve a resaltar la vitamina B12. El aporte de una ración de las mismas es casi seis veces superior a las IR/día para dicha vitamina. 

Zamburiñas, berberechos o gambas a la plancha son alternativas que baraja Catrain. El éxito de todas estas propuestas radica, además de por el alto contenido nutricional de los productos, en su elaboración. Sin apenas preparación, y manteniendo los nutrientes, respetan su intenso sabor. Lo mismo ocurre con el pulpo, que también recomienda la especialista. Eso sí, ojo con lo de mojar el pan, que no se vaya de madre, y con abusar de los cachelos.

Los carnívoros pueden saciar sus impulsos tirando de churrasco, ya no solo porque es una opción, en sí, saludable si se acierta con las carnes, sino porque estaremos alejando hamburguesas, alitas de pollo y nuggets de nuestros platos. El solomillo, la costilla y el lomo de cerdo estarían entre los síes definitivos, igual que los muslos de pollo. Pero no vale hacer trampa: no hace falta que la carne nade en chimichurri ni acabar con las reservas de patatas de Coristanco para acompañar el plato.

Pasemos ahora a esos suculentos platos que, aunque una vez al año no hace daño, es mejor no pedir todos los días. Para Catrain, el mal mayor de las cartas de los chiringuitos está en el exceso de fritanga. Calamares, chipirones, croquetas e incluso pimientos de Padrón pueden convertirse en el enemigo de abusar de ellos si comemos todos los días al son de de Los Manolos bajo una sombrilla de Camy. Del mismo modo, las salsas se vuelven habituales del día a día y pueden pasar factura, también, a la hora de soportar las horas de sol que le quedan a la jornada, ya que las digestiones se vuelven más pesadas.

La tortilla y la paella, los platos preferidos de los españoles para el verano (junto al pescaíto) según una encuesta de ElTenedor, no serían el Santo Grial para consumir todos los días pero tampoco debemos llevarnos las manos a la cabeza si nos permitimos alguna licencia. Más que nada Catrain pone el foco en no excedernos con la cantidad, quizás porque sabe que la cabra tira al monte.