Los últimos insultos al futbolista Vinicius, para algunos una simple muestra de borreguismo, para otros de xenofobia, señalan desde medio mundo a España como un país racista. Muchos lo niegan, como también lo hacían en países donde a miles de gallegos obligados a la emigración en los años sesenta o setenta los trataron como ciudadanos de tercera. Los testimonios de esa época nos sitúan ahora frente al espejo
Jesús Flores