Patrocinado porPatrocinado por

Lechugas con estrella Michelin que ahora llegan a la puerta de casa

Maruxa Alfonso Laya
M. Alfonso REDACCIÓN / LA VOZ

SOMOS AGRO

xoan a. soler

La Finca de los Cuervos vendía a los mejores restaurantes y, tras su cierre, ha tenido que buscar nuevos clientes

20 abr 2020 . Actualizado a las 20:32 h.

Las hortalizas que utilizaban a diario cocineros con estrella Michelin en la elaboración de sus platos están ahora a disposición de los interesados. Esas zanahorias babi llenas de sabor y de nutrientes o esos brotes tiernos que protagonizaron alguno de los platos más famosos de los cocineros del Grupo Nove han tenido que buscarse un nuevo hueco en el mercado, explica Santiago Pemán, de La Finca de los Cuervos. La suya es una explotación centrada en cultivos muy especiales, esos que demandan prestigiosos cocineros de toda España. Pero con la crisis del Covid-19, sus principales clientes echaron el cierre y le dejaron con «unas veinte mil unidades de 25 productos diferentes destinados a la alta hostelería», asegura. Es muy consciente de que buena parte de esta selecta cosecha se estropeará y de que las pérdidas en su negocio serán cuantiosas, de hecho ya ha tenido que prescindir de parte de su personal. Pero no quiere que toda su producción se eche a perder, así que ha empezado a comercializarla directamente al consumidor. Sorprendentemente, sus selectos productos están teniendo demanda y ya se plantea mantener esta línea de negocio una vez que los restaurantes reabran su actividad y vuelvan a comprarle sus verduras.

La situación de La Finca de los Cuervos es curiosa. Los pedidos hace semanas que dejaron de llegar, pero la actividad no puede parar en esta explotación agrícola. «Si dejamos de producir, dentro de dos o tres meses, cuando los restaurantes abran, no tendremos con que abastecerlos», explica Pemán. Por eso tienen que seguir funcionando, poniendo nuevos cultivos y pensando en qué le van a comprar dentro de un par de meses. Eso, mientras ve como la cosecha actual, la que debería estar en las mesas de los mejores restaurantes, se echa a perder. «Las ventas están paradas, pero nosotros tenemos que poner tomates y pimientos para que en julio podamos tener producción», argumenta.

Pemán reconoce que el suyo es «un producto muy gourmet», al que no resulta fácil encontrarle hueco en el mercado tradicional. Pero, gracias a la ayuda de sus clientes cocineros, ha conseguido meterse en el mundo de la venta online. «Algunos de esos cocineros les dijeron a sus clientes que, si querían, podían comprarnos aquí las verduras que degustaban en sus restaurantes. De ahí me surgieron una veintena de clientes y ahora estoy mandando a Madrid y Barcelona pedidos grandes», cuenta. En Galicia, por ahora, la demanda es menor, aunque cuenta ya con algunos clientes que aprecian mucho sus verduras. «Está funcionando muy bien el boca a boca», asegura. Ni siquiera tiene una tienda online. Su nuevo servicio lo publicita a través de las redes sociales y recibe los pedidos por correo o por wasap. Aunque por ahora no cuenta con un gran número de pedidos — «venderé a través de este sistema el 10 % de la producción calculo», asegura—, está satisfecho con la respuesta. «La gente valora el producto y creo que esto puede funcionar. Es lo que me anima a seguir», añade.

Mientras atiende esos pedidos, la actividad sigue en sus fincas. En breve, por ejemplo, empezarán a cultivar el guisante lágrima, una variedad muy apreciada en la hostelería, pero de precio muy elevado por los cuidados que requiere su cultivo. Teme que cuando nazcan los primeros, los restaurantes aún no hayan abierto. Pero él tiene que estar listo. Preparado para abastecer en cuanto haya demanda de nuevo.